Origen
y procedencia de la población.
La zona que abarca el municipio Esteller
está incluida en la extensa llanura que una vez ocuparon los primeros
pobladores de estas tierras, la familia aborigen Arawaco. De acuerdo a
referencias documentales de los siglos XVI y XVII, se conoce que los naturales
que habitaron este territorio pertenecían a los Boraure, Hacarigua, Cherrechén
y Guamonteyes; de las etnias Caquetío, Cuybas y cuyones de la misma familia
Arawaca. Según evidencias etnohistóricas se estima también que el grupo
aborigen Jirajara de reconocido carácter territorial ocupó espacios en
Portuguesa. Sin embargo, se desconoce a ciencia cierta a cuales de estas tribus
pertenecían los aborígenes que habitaron el área que circunda la población
piriteña al momento de su nacimiento; algunas muestras afirman que los nativos
se hacían llamar Píritu para esa época.
Hoy día en la zona no existen asentamientos
indígenas por el intenso proceso de mestizaje y la influencia de actividades
económicas que han permitido la consolidación de un ordenamiento poblacional.
Luego de establecido el poblado y después de la creación de la parroquia en
1811, los nativos y los provenientes de Acarigua dedicaron sus actividades a la
agricultura rudimentaria; en ese proceso muy poca población foránea arriba a la
demarcación en muchos años. Igualmente a finales del siglo XIX y principios del
XX hubo escasa incorporación de inmigrantes hasta la década de 1940. Es a
partir del final de ésta donde hubo mayor afluencia de almas proveniente de los
estados Lara y Falcón, en su mayoría con la intención de trabajar la
agricultura al tener conocimiento de las buenas condiciones de fertilidad que
presentaban los suelos de la zona luego de la vasta deforestación durante esos
años.
Evidencias arqueológicas.
Sobre los primeros habitantes poblacionales
en la zona que comprende Píritu y sus alrededores encontramos información en
los textos escritos por Armando González Segovia: “Píritu, la historia no descubierta de un pueblo” y “Cantos de esperanza y ensueños a Píritu con nombre de palmera”,
en donde refiere sobre actividades arqueológicas realizadas en la jurisdicción
desde 1950, entre los cuales se hallan los restos precolombinos encontrados en
las inmediaciones del río Acarigua a la altura de “Choro Gonzalero” a
principios de esta década, lo que representa fiel evidencia de la existencia de
aborígenes en la zona. Igualmente a mediados de la década de 1960 el profesor
Raul H. De Pascuali encontró material arqueológico en las zonas rurales de
Maporal, El Jobal y en el caño Taparones.
En todos los años de la década de 1970 y en
la siguiente, investigadores y acuciosos en sus exploraciones ubicaron restos
arqueológicos en diferentes zonas rurales, siendo las más interesantes la de
Mantecal y Guasimal por ser placas líticas,
considerado material atípico de la región.
Según Segovia: “Todavía no hemos podido
correlacionar estos materiales con ninguno de los grupos étnicos que reporta la
documentación colonial, sin embargo creemos muy bien fundamentada la afirmación
que hayan sido grupos de filiación Arawaca, siendo posible hacer la relación de
las placas líticas con los campos elevados de cultivo que se hallan al sur del
estado y con los montículos y las calzadas, ya que su alta concepción artística
demuestra una maestría milenaria que conlleva implícitamente que la sociedad
que la creó tenía una avanzada organización social ya que el arte y la ciencia
no se desarrollan aisladamente de ese contexto, sino en forma integrada y
congruente, por la distancia geográfica y por la coordinación que debieron
tener la gente que hizo los campos elevados, los montículos y calzadas y el
material arqueológico de Mantecal se puede proponer, como hipótesis de trabajo,
que se tratan de los mismos grupos sociales. Alberto Zucchi y William Denevan
han relacionado los campos elevados de cultivo con los grupos Arauquinoides que
se remontan por lo menos al primer milenio antes de nuestra era. Puede
plantearse entonces que esos mismos grupos arauquinoides fueron los que después
se integraron y convivieron con los tierroides y dabajuroides. Todavía no se ha
podido determinar si pertenecían a los grupos guayqueríes o caquetíos que
reportan los documentos coloniales, pero esto es muy probable”. (Armando González
Segovia. Cantos de esperanza y ensueños a
Píritu, pueblo con nombre de palmera. San Carlos, Instituto de Cultura del
Estado Cojedes, 1999. Pág. 8).
Comunidad
indígena de Cogote
Los primitivos pobladores o habitantes aborígenes
de las tierras que vinieron a llamarse Cogote, posiblemente fueron integrantes de las tribus Coyones, Guamos,
Caquetíos, Hacariguas o Jirajaras. No existe documento alguno que especifique
cual era la verdadera tribu asentada en ese lugar. Lo cierto del caso es que
seleccionaron ese sitio por ser una zona selvática y por la cercanía de los
ríos La Portuguesa y Guache, además de numerosos caños y quebradas que les
beneficiaría, a su vez, de la caza, la pesca y la agricultura por ser muy
apegados a ella.
Es de suponer que estos aborígenes realizaban su
actividad comercial con otras tribus como lo hacían la mayoría de las tribus
del territorio venezolano, así se afirma en La nueva Historia de Venezuela de
Roberto Saffon: "Se ha demostrado que todos estos grupos aborígenes
mantenían relaciones comerciales, siendo los llanos la zona de encrucijada para
estos encuentros" (Pág. 48).
Con respecto a la tenencia de las tierras, todas
estas tierras territoriales pasaron a manos de los conquistadores europeos y posteriormente
a la corona española a través de la Capitanía General de Venezuela, ubicándose
esta zona en la Provincia de Caracas que comprendían varias ciudades, entre
ellas: Araure, Ospino y Guanare.
Es posible que para la época de la conquista el sitio
de Cogote no estuvo habitado por los
aborígenes, pero por diversas razones y sobre todo por el acoso y persecución
de los conquistadores y colonizadores se vieron en la necesidad de adentrarse
en la selva para huir de ellos , el mismo Saffon afirma: "Durante la
colonización la población indígena había venido disminuyendo considerablemente
no solo por causa de los procesos mismos del mestizaje y la desnutrición
cultural, sino debido también a las enfermedades, las guerras y los maltratos
derivados del servicio de las encomiendas. En la época de la independencia los
aborígenes que sobrevivieron a estos procesos, se replegaron en las regiones
selváticas, alejadas de los centros poblados, permaneciendo al margen de los
acontecimientos de la emancipación".
Luego de la conquista y en pleno período de
colonización estas tierras pasan a conformar parte del territorio de los
Boraure y Hacarigua. Raúl H. De Pasquali en su Síntesis histórica del Valle o
llanos de Caracas señala: "Cuando en el año 1.552 se funda a Buria la
ciudad de Nueva Segovia de Barquisimeto, por Don Juan de Villegas, se le
adjudicó por la parte sur toda el área geográfica que corresponde a los
actuales distritos: Araure, Páez, Esteller y Villa Bruzual, que los españoles
dominaban indistintamente: "Valle o llanos de Acarigua y Boraure". (pág. 7)
Al fundarse la Villa de Araure los terrenos de Cogote quedaron en ese territorio,
evidenciado en el acta de fundación redactada por el neosegoviano José Ramírez
de Arellano de fecha 6 de julio de 1.694, el cual tomamos del tomo I Misión de
los Capuchinos en los llanos de Caracas: "…por la banda del Norte, desde
el paso real del río Cojedes, faldeando los cerros de Sarare, hasta encontrarse
con el río de este nombre, y prosiguiendo por la quebrada en él llamada Auro,
hasta la serranía de Acarigua, a cuya línea tienen diez leguas de largo; y por
la parte del poniente (Oeste) desde el Auro faldeando la serranía de Acarigua
hasta el río de las Palmas, que hay diez leguas de ancho, y por el Sur, el
dicho río de las Palmas, corriendo a los llanos hasta que entra al río de la
Portuguesa que se considera de mayor distancia y la parte de Oriente (Este),
cogiendo por dicho río Cojedes, desde el paso real, junto a los cerros de
Sarare, a los dichos llanos donde habitan los indios que se han de
reducir" .
Aun cuando nacen las poblaciones de Turén en el
1724 y Píritu en 1805 los terrenos de Cogote
siguieron perteneciendo a la Villa de Araure. Es luego con la creación de la
constitución de 1864, ordenada por el General Juan Crisóstomo Falcón y después
de terminada la guerra federal que surgen los estados confederados entre ellos
Portuguesa. Finalmente y después de ciertas modificaciones y cambios ulteriores
el 4 de agosto de 1909 se restablecen los 20 estados que integran la República
de Venezuela, incluido el estado Portuguesa.
No ha sido posible ubicar o encontrar documento
alguno o evidencia fiel de la posesión de los aborígenes sobre los terrenos de Cogote en los primeros 70 (setenta)
años del siglo XIX, quizás debido a varios factores, entre ellos la
desaparición de muchos documentos y evidencias escritas por efecto de las
guerras que azotaron al país, sobre todo la guerra federal, bien lo señala el
Hermano nectario María Pralón en su libro Historia del Estado Portuguesa:
"Después de la Guerra a Muerte, no ha habido en Venezuela otra tan
devastadora como la de los cinco años. Fue
ésta tan destructora, como aquella, no solamente por las pérdidas de vidas en
los combates y el aniquilamiento de las industrias, sino, más que todo, por los
incendios intencionales de ciudades y propiedades rurales…" (pag. 75).
Es así que, posiblemente, muchos documentos hayan
desaparecido o los quemaron en esos tiempos de guerra. Sin embargo existe un
documento consignado como título
supletorio que data del 6 de agosto de 1886 registrado en la Oficina
Subalterna de Registro del Distrito
Turén, estado Portuguesa en el cual se exponen motivos sobre la posesión y
tenencia de las terrenos de Cogote en tiempos anteriores, en su primer folio
señala: "… Ciudadano Juez del Distrito Turén. José Gregorio Ramírez.
Vecino del Municipio Píritu. De esta jurisdicción, mayor de sesenta años y en
libre ejercicio de mis derechos civiles a nombre de la comunidad de indígenas
del partido y resguardo de Cogote en la jurisdicción del Municipio Píritu ante
Id como ser más conforme a derecho me presenta y digo desde tiempo inmemorial
han poseído y poseen mutuamente la comunidad de indígenas aborígenes y
doctrinarios los resguardos de Cogote ubicados en terrenos del Municipio
indicado hoy tienen título traslativo de dominio por habérseles perdido a
consecuencia de las frecuentes guerras que han ocurrido en el país y siéndoles
imposible por sus muchas escaseses gestionar su solicitud en (ilegible)
debieran hacerlo. En nombre de ellos promover una justificación que les sirva
de título y depositorio y a este fin pido que los testigos que presentaré previos
los requisitos legales sean examinados por los particulares…".
Dicho documento presenta la confesión de varios
testigos en la cual aseveran que los terrenos de Cogote es una posesión
indígena y son resguardos que les pertenecen por ser familias aborígenes. Sin
embargo, en la actualidad estos terrenos se encuentran en pleno conflicto ya
que por diversas razones han pasado a manos particulares pero siendo reclamadas
por los habitantes del lugar.
Nacimiento de la población
En cuanto al nacimiento de Píritu se conoce
un escrito que aparece inserto en el texto “Historia documental de los orígenes
de Acarigua” del insigne investigador Hermano Nectario María Pralón, producto
de las escudriñamientos y recopilaciones que realizó en los principales archivos
de Venezuela y España sobre los orígenes de varias poblaciones occidentales y
llaneras.
De acuerdo a este documento muy bien se
interpreta que Píritu no se funda mediante un acta formal, sino que nace por
casualidad y tiene su origen a consecuencia de los conflictos que existieron
entre los pobladores de Acarigua y los de la Villa Araure a principios del
siglo XIX. Los araureños queriendo separar a los habitantes de Acarigua,
consideraron la necesidad de seleccionar un sitio para construir la iglesia que
serviría de recinto para impartir la fe cristiana. Este lugar se ubicó al otro
lado del río Acarigua, en una zona llamada Rabipelado, por lo cual el vicario
de Araure Don Ramón Manuel Tirado envió a los peritos José Aguado de Suárez,
Alonso Díaz Escalona, Luis Perlasa y José González para que seleccionaran el terreno
el cual le dio el visto bueno por las excelentes condiciones para la
edificación de una iglesia. El 19 de diciembre de 1805 se colocó una cruz alta
en el sitio señalado para erigir dicho santuario y es exactamente el lugar que
hoy ocupa.
Acta
de nacimiento
El acta cita lo siguiente: “El Dr. Don
José Aguado de Suárez, presbítero graduado en Sagrados Cánones, abogado de la
Real Audiencia, Cura Rector, Vicario Foráneo, Juez eclesiástico particular de
Diezmos y Comisario de la Santa Cruzada de la Villa de Araure, queriendo dar cumplimiento
a la orden del Obispo, del 31 de octubre de 1805, el 18 de diciembre de aquel
año, salió de la Villa de Araure en compañía del teniente Justicia Mayor.
Anduvieron las cuatro leguas que distan hasta el sitio de Hato Viejo, estancia
de don José Francisco González, alcalde provincial del Ayuntamiento de Araure;
y allí nombró a los peritos para que todos juntos eligiesen el sitio de la
construcción de la iglesia y traslado del pueblo de Acarigua. Los señores don
José Francisco González, alcalde provincial, don Luis Perlasa, regidor y
alguacil mayor del mismo ayuntamiento y subdelegado de la Real Hacienda,
conocedores de toda la región, fueron designados al efecto. Como el sitio que
fijaron dio nacimiento al pueblo de Píritu, en obsequio a esta importante
población, se copia en toda su extensión el acta que levantaron para dejar
constancia del sitio que habían elegido”:
«Inmediatamente nos trasladamos de este
sitio al de Rabipelado que dista como una legua y hallándonos en él se estuvo
examinando el mejor terreno por lo cual vimos varios puntos en todas las cuatro
partes del sitio, examinando también sus vertientes, sus maderas, sabanas,
montes y mejor vanos o plantíos e inmediación al camino, en lo que gastamos un
día; y así por lo que se reconoció del sitio como por la razón que dieron
algunos vecinos, prácticos de aquel lugar: los Señores nombrados dijeron que
por la práctica que tienen de aquel terreno y las circunstancias que le
acompañan, era el lugar más aparente para edificación de la Nueva Iglesia y que
por tanto el más a propósito para la población del nuevo pueblo y entidad de
los indígenas, que se señalaba el sitio demarcado para la iglesia un banco de
tierra situado en las cabeceras del Píritu, de tierra firme, y fertilizado por
tres vertientes o quebradas, la una nombrada Chipa que se descuelga de poniente
a naciente otra nombra A… y que tiene el mismo cauce y la otra nombrada Leña
que toma también la misma carrera; y expresaron los peritos que estas quebradas
aun cuando estén crecidas no podrían ofender ni a la iglesia ni al poblado por
quedar situado en terreno arrimado a las cabeceras de dichas quebradas: Por la
parte del Norte con tierras de labor, y la del Sur tierras de Sabana, para
pasto de animales; y añadieron también los peritos y demás prácticos que el
expresado banco que se tiene previsto, se halla dentro de la legua del sitio
nombrado Rabipelado y en este estado oído y visto todo esto por su merced el
Sr. Vicario, dijo que prestaba su consentimiento como lo prestó y señalaba aquel
terreno, como lo señaló, para que sirviese para plantío del nuevo edificio y en
prueba de ello mandó su merced que por señal se fijase y pusiese como se puso
una cruz alta, en lo que se confirmó el Sr. Teniente Justicia Mayor que junto
con el Señor Vicario firmó conmigo y los peritos contenidos de que doy fe. José
Aguado de Suárez. Alonso Díaz Escalona. Luis Perlasa. José González. Ante mí,
Domingo Antonio Torres, Notario Público y de Diezmos. (Firmados y rubricados).»
Nota.-Que hoy diez y nueve en la tarde nos regresamos a esta Villa de Araure de
que doy fe. Torres, Notario (Rubricado).» (Hno. Nectario María. Orígenes
de Acarigua. Caracas. 1964. Pp. 150-152).
En
tal sentido Píritu nace ese día considerando que la salida de los acarigueños
no ocurre, ya que cuando se inaugura y bendice la iglesia el 02 de marzo de
1809 estos no estuvieron presentes, contando solo con la presencia de los
lugareños que a la larga hicieron comunidad y, según señala la historia, el
primer habitante de Píritu fue un cojo llamado Joaquín Castillo quien
estableció su morada al lado donde se construyó la iglesia.
Toponimia
Creación de la parroquia.
Al cabo de tres años culmina la construcción
de la iglesia con las siguientes características: construcción de bahareque y
techo de palmas con seis varas de ancho por diez de largo y secundada de un
caney de más de veintidós varas de largo. La inauguración se produce el jueves
2 de marzo de 1809 a las 7 de la mañana. Luego de inaugurada alrededor se formó
un caserío con casas distantes entre cien y trecientas varas, otras un poco
retiradas pero donde se alcanzaba oír la campana. Debido al fracaso de la
mudanza varias personas solicitan autorización para levantar sus casas en el
lugar al encargado para esos menesteres don Francisco Padilla, quien fijó los
terrenos para tal propósito incluso la de él. En este poblamiento es
considerado como primer habitante a Joaquín Castillo, conocido como el “cojo”,
quien estableció su morada al lado de la iglesia; a partir de ahí el pueblo
comienza a crecer y la mayoría de los habitantes se dedicó a la agricultura,
por lo que urgió la necesidad de tener un cura para el servicio religioso.
Atendiendo este problema el Sr. Arzobispo
Narciso Coll y Prat crea la parroquia de Píritu el 30 de septiembre de 1811,
asignándole de patrones a Jesús María y José o “La Sagrada Familia”; sin
embargo, años después se reconocería como Patrón de Píritu a San Rafael
Arcángel.
El primer Capellán fue el Presbítero José
María Tirado quien sirvió por muy poco tiempo, luego le siguió Don Ramón Manuel
Tirado hasta el 1815, seguidamente entró en servicio el Padre Narciso Pelayo
desde 1819 hasta 1851, año en que fallece en Ospino, le sucedió el Presbítero
Rafael Jaén por corto tiempo, ya que en 1852 se encargó de la Parroquia el
abnegado Padre Cayetano Esteller quien también servía en La Aparición (Ospino)
desde 1844. El Padre Esteller, como se le conocía, sirvió por más de 40 años a
la parroquia hasta su fallecimiento el viernes 6 de marzo de 1891.
La creación de la parroquia
acontece por los innumerables obstáculos que encontró el vicario de Araure don
Ramón Manuel Tirado en su afán de concretar el objetivo de mudar a Acarigua,
por lo que muchos de sus opositores fueron puestos presos; sin embargo, la
actitud del joven inexperto padre José María Luna, quien en un principio
compartía las pretensiones de la mudanza, posteriormente entorpeció tales
aspiraciones, pues actuando con sensatez hizo presión para desestabilizar el
cometido de las autoridades de Araure, ya que expuso personalmente al
gobernador de la diócesis, don Santiago Zuluaga, todo lo acontecido e incluso
le notificó el estado de la iglesia creada en Píritu, además le presentó la
orden categórica del vicario de Araure para mudar la población de Acarigua.
En tal sentido, viendo que las
autoridades de Araure habían desistido el asunto del traslado, el Dr. José
Bernabé Espinosa hizo hincapié en crear parroquia en vista de la gran cantidad
de personas que habían construido sus rancherías en los alrededores de la
iglesia. Esta actuación ejercida por el Dr. Espinosa marcó el fin de la salida
de Acarigua a otro sitio, no obstante la iglesia de Píritu permaneció bajo la
autoridad del padre de Araure presbítero Ramón Manuel Tirado quien analizando
la situación envió representaciones al Arzobispo Narciso Coll y Prat para que
fuese instituida en vice-parroquia de Araure y atendiendo a tales peticiones
dio la orden mediante un decreto; su contenido es insertado como fiel evidencia
de la creación de la Parroquia Píritu:
“Caracas, 30 de septiembre de
1811. Vista ésta y la anterior representación del Presbítero don Ramón Manuel
Tirado, cura de la villa de Araure, en que haciendo presente de una parte haber
quedado sin efecto la traslación del inmediato pueblo de Acarigua al sitio
denominado Píritu de su territorio parroquial, cuya porción de él había cedido
a aquel fin por estar a gran distancia de la dicha villa, y porque se le
reemplazace con el que ocupa inmediato a ella el dicho pueblo; quedando
también sin uso la iglesia que en el propio sitio se edificó y se bendijo
solemnemente, y de otra parte haciendo también presente la necesidad de pasto
espiritual en que se hallan constituidos los habitantes en él y en los demás de
esa misma feligresía que están en la otra banda del Río Acarigua, cuyas
impetuosas y copiosas avenidas imposibilitan, especialmente en tiempos de
lluvias, el tránsito a ellos. Por todo lo cual, y en descargo de su conciencia,
suplica se le permite el uso de la enunciada iglesia en su pila baptismal,
ofreciendo que pondrá allí un teniente cura para que administre los santos
sacramentos y demás pasto espiritual a toda aquella parte de su feligresía.
Considerando todo con presencia del expediente firmado sobre la referida
traslación; venimos accediendo a las justas súplicas del expresado cura en que
desde luego, procediendo el reparo que necesita la dicha nueva iglesia a costa
del vecindario, pueda usarse de ella y de su pila baptismal, en calidad, por
ahora de Vice-parroquia de la de Araure, residiendo allí el Ministro idóneo que
eligiere con nuestra aprobación del sobredicho cura propietario, el cual de
presente convenimos en que lo sea el Presbítero don José María Tirado, como
propone: debiéndose antes señalarse los términos de la parte del territorio que
convenga a esta vice parroquial, los cuales señalará el dicho cura propietario
individualizándolos a cada uno de los principales vecinos con sus distancias
entre ellos y la nueva iglesia y entre ellos mismos y los curatos colindantes,
y así mismo el número de casas y el de almas que allí queden comprendidas: y
para el asiento de partidas de bautismos, matrimonios y entierros y para el de
los bienes de la misma nueva iglesia, y de las providencias de gobierno se
formarán cinco libros, comenzando el de gobierno con el despacho que se librará
con inserción de este decreto, a cuyos pies se extenderá la diligencia de la
demarcación que queda prescrita, y de ellas se remitirá un testimonio a sus
curas secretarios para unirlo a este expediente: E igualmente el propio
despacho y diligencias se compulsará otro para custodiarlo en el archivo
parroquial de la dicha iglesia de Araure: Y para los necesarios costos del
culto divino en la nueva del dicho sitio de Píritu, le asignamos los derechos
parroquiales de entierros; sepulturas y velaciones, de que llevará cuenta el
Teniente Cura que la sirviere” “Narciso, Arzobispo de Caracas. (Rúbrica)” (Hno. Nectario María. Orígenes de Acarigua. Caracas. 1964. Pp.168-169).